No me malinterpretes: me encanta mi MacBook Pro de 2017. Es rápido, ligero, silencioso y tiene una batería que dura más de lo que necesito en un día normal de trabajo. Pero no todo es perfecto. El diseño ultradelgado que lo hace tan atractivo también tiene su precio. En mi caso, ese precio es el calor. Y no hablo de que se entibie un poco mientras edito un vídeo. Hablo de un calor que me hace levantar el portátil de la mesa porque siento que va a derretirla.
Después de lidiar con este problema durante meses, decidí buscar soluciones que realmente funcionaran, no consejos genéricos como «no lo pongas sobre la cama» o «usa menos programas». Probé muchas cosas. Algunas funcionaron mejor que otras. Hoy puedo decir, contra todo pronóstico, que he conseguido mantener mi MacBook más fresco y estable durante más tiempo. Esto es lo que tienes que hacer si tu Mac se sobrecalienta.
La historia de un MacBook que se sobrecalentaba más de la cuenta (y cómo pude solucionarlo)
Una de las cosas que más me ayudó fue entender qué está pasando por dentro del sistema gracias al Monitor de Actividad. Al principio lo abría sin saber muy bien qué mirar, pero poco a poco fui identificando qué procesos consumen más CPU o memoria. Me llevé más de una sorpresa: aplicaciones como Slack o incluso Spotify estaban constantemente ocupando recursos, aunque no estuviera usándolas activamente. Fue ahí cuando empecé a buscar alternativas más livianas.
En vez de instalar apps pesadas, ahora uso versiones web para cosas como la mensajería o la música. No solo me consume menos memoria RAM, también he notado que el ventilador se activa con menos frecuencia. Hablando de ventiladores: durante mucho tiempo pensé que no podía hacer nada para controlarlos, que simplemente se activaban cuando el sistema lo consideraba necesario. Pero no siempre es así. Hay herramientas como Macs Fan Control que te permiten tener más control sobre los ventiladores.
No es que los fuerces a funcionar todo el rato, pero puedes ajustar los umbrales de temperatura o incluso subir la velocidad si ves que el calor sube y el sistema no reacciona con la rapidez que debería. Desde que empecé a usarlo, noto que la temperatura se estabiliza antes y que el rendimiento no sufre tanto en tareas largas o exigentes.
Otro ajuste que me ha servido es cambiar ciertos hábitos de uso. Antes tenía la costumbre de abrirlo, empezar a trabajar y mantener veinte pestañas de Chrome abiertas mientras editaba alguna imagen o exportaba un vídeo. Lo hacía sin pensar. Pero muchas de esas pestañas o aplicaciones estaban ahí sin aportar nada. Ahora, en lugar de abrir mil ventanas, priorizo las tareas y cierro lo que no necesito. También he empezado a usar Safari más a menudo. Puede sonar a herejía si estás acostumbrado a Chrome, pero la diferencia en consumo de recursos es más grande de lo que pensaba.
Y por último, hay una recomendación que puede sonar obvia, pero que al menos en mi caso no seguía como debería: mantener el sistema actualizado. A veces me saltaba las actualizaciones de macOS porque no tenía tiempo o porque no quería que se instalara justo antes de cerrar el portátil. Pero descubrí que algunas actualizaciones incluían mejoras en la gestión térmica. Desde que me tomo más en serio las actualizaciones, he notado mejoras sutiles, en el comportamiento general del equipo.