Por Amadeo Alentorn, responsable de inversiones del área de Renta Variable Sistemática de Jupiter AM.
Los microchips son un recurso mundial crítico. Son la base de todo, desde ordenadores y teléfonos hasta coches, aparatos médicos y maquinaria industrial. La mayor parte de la fabricación de semiconductores avanzados se concentra en Asia Oriental, especialmente en Taiwán y Corea del Sur. Se calcula que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) produce el 90% de los chips informáticos más avanzados del mundo.
Grandes empresas estadounidenses como Apple y Nvidia dependen en gran medida de Taiwán para la fabricación de chips, aunque los diseñen en el país.
La CHIPS and Science Act, aprobada por el Presidente Biden en 2022, pretende impulsar la fabricación nacional de semiconductores en EE. UU. En 2025, las órdenes ejecutivas del presidente Trump remodelaron este texto legal para hacer hincapié en la producción nacional. La administración Trump también ha endurecido los controles a la exportación para bloquear la venta de equipos avanzados de fabricación de chips a empresas chinas. Aunque TSMC ha abierto un centro de fabricación de chips en Arizona, la tecnología estadounidense sigue dependiendo en gran medida de las cadenas de suministro internacionales.
Posible escenario
Las tensiones entre EE. UU. y China se agravan hasta convertirse en una guerra comercial a gran escala, con la tecnología en su epicentro. El presidente Trump exige que todos los chips utilizados en industrias críticas sean Made in America. Ante el endurecimiento de los controles a la exportación y los requisitos de origen nacional por parte de Washington, China responde endureciendo las auditorías, las multas y las nuevas normas de localización de datos.
Suspende la concesión de licencias y ralentiza el despacho de aduanas para las mercancías relacionadas con los semiconductores. TSMC, atrapada entre las exigencias políticas contradictorias de Pekín y Washington, suspende algunos de sus envíos de exportación para evitar infringir la normativa de cualquiera de los dos países.
Los cuellos de botella en la cadena de suministro se multiplican. Los plazos de entrega de teléfonos y componentes de automoción se alargan. Caen las acciones de TSMC, Apple, Nvidia y otras empresas tecnológicas. Como los valores tecnológicos representan una parte tan importante de la capitalización bursátil de los mercados estadounidenses y mundiales, los índices generales descienden. La estanflación —una combinación de bajo crecimiento económico e inflación— se impone a medida que las restricciones comerciales estrangulan el crecimiento mundial y las perturbaciones de la oferta avivan la subida de precios.